El domingo 7 de diciembre del año en curso, seis detenidos provenientes del centro de detención militar estadounidense ubicado en la Bahía de Guantánamo, en Cuba, aterrizaron en Uruguay en calidad de refugiados. El traslado involucró a cuatro sirios, un tunecino y un palestino, ninguno de los cuales enfrentaba cargos, a pesar de mantenerse en prisión desde hace más de una década y a que habían sido autorizados para abandonar el centro de detención desde 2009 debido a su baja peligrosidad. Por su parte, una de las promesas electorales del Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, fue la de cerrar el centro de detención que había sido creado en 2002 por el ex presidente George W. Bush como una de las medidas en el contexto de la lucha contra el terrorismo emprendida bajo su administración. No obstante, la prisión aún cuenta con más de cien detenidos, de los cuales únicamente seis enfrentan cargos formales. En este sentido, el gobierno de dicho país ha pedido el apoyo de los miembros de la comunidad internacional para repatriar o reasentar a aquellos detenidos que no presentan un grave peligro y que, por ello, han sido autorizados para abandonar Guantánamo.
Tomando en cuenta lo anterior, la presente nota de coyuntura tiene por objetivo analizar las causas y el desarrollo de las negociaciones para trasladar a los presos desde el centro de detención de Guantánamo, a terceros países o a sus países de origen. Para ello, se presenta en primer lugar, un panorama sobre la situación de la base naval y los argumentos para su cierre. Posteriormente, se plantea el caso particular del traslado de los seis presos liberados a Uruguay, desde que iniciaron las negociaciones en enero del presente año hasta el día en que fueron acogidos en dicho país. Por último, se hace un recuento de las reacciones a nivel regional que dicho acontecimiento ha suscitado