El domingo 13 de septiembre, un autobús que transportaba a un grupo de turistas mexicanos hacia el oasis de Bahareya, situado en medio del desierto y a 370 kilómetros al sur de la capital egipcia, fue atacado por helicópteros y aviones del Ejército. La agresión, de acuerdo con cifras del Ministerio del Interior de Egipto resultó en la muerte de 12 personas. A partir de la primera información que se divulgó sobre el accidente, las autoridades egipcias contabilizaban a 7 nacionales mexicanos entre los 12 fallecidos; sin embargo, y de conformidad con la conferencia de prensa que, en la mañana del 14 de septiembre, ofreció la secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz-Massieu Salinas, el gobierno mexicano sólo confirmó el deceso de dos connacionales, al tiempo que reporta 6 heridos hospitalizados. La mañana del martes 15 de septiembre, sin embargo, la Cancillería actualizó las cifras, confirmando la muerte de 8 nacionales mexicanos en el incidente.
Aunque el gobierno egipcio ha reconocido su responsabilidad en el ataque, autoridades de los ministerios del Interior y de Relaciones Exteriores han señalado que el grupo de turistas mexicanos se encontraba en una zona restringida, donde las fuerzas armadas y de policía se encontraban llevando a cabo un operativo para identificar y neutralizar a presuntos terroristas, miembros de la organización del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés). Por parte del gobierno de México, la canciller anunció que, siguiendo instrucciones del presidente Peña Nieto, desplegaría mayor personal diplomático en el país africano, a fin de atender a cabalidad todas las necesidades de los nacionales mexicanos que fueron víctimas del ataque.