El 1º de julio del presente año, Rodrigo Duterte tomó posesión como Presidente de Filipinas, después de una jornada electoral en la que el entonces candidato con un discurso que para muchos observadores adoptó tintes radicales y autoritarios, logró sobreponerse en las urnas con el 39% de la intención de voto a su favor. El éxito de Duterte se debió, desde un principio, a su discurso de cero tolerancia con el crimen organizado, la delincuencia y la corrupción. Sin embargo, éste ha generado importantes inconformidades entre la comunidad internacional, principalmente en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), además, ha provocado un cierto distanciamiento con países como Estados Unidos, mismas que se han multiplicado a raíz de los recientes posicionamientos del Presidente Duterte con respecto a la relación bilateral con China.