Durante el transcurso de 2016, la comunidad internacional sigue atestiguando una tendencia hacia la intensificación de la militarización en distintos países asiáticos, alimentada por los reclamos de soberanía que varios países mantienen sobre ciertas extensiones territoriales y marítimas localizadas en el este y sudeste asiático, las cuales además de poseer vastos recursos naturales como petróleo y gas, brindan beneficios cifrados fundamentalmente en el ámbito económico y comercial, así como en la defensa de posiciones geo-estratégicas en el ámbito de la seguridad continental. Estos factores, en combinación con las ambiciones de Corea de Norte para consolidarse como una potencia nuclear que han quedado de manifiesto con la prueba nuclear que llevó a cabo en enero de 2016 y, en especial, con el reciente lanzamiento de un mísil balístico que impacto en aguas del Mar de Japón, - el pasado 4 de agosto-, resultan esenciales para explicar la expansión militar en la región. En este contexto, a fin de lograr este objetivo, el actual gobierno de Japón ha planteado la posibilidad de reformar el artículo 9 de la Constitución que impone su renuncia a la guerra y así llevar a cabo la remilitarización del país. Esta nota de coyuntura tiene por cometido comenzar una revisión sistemática de los elementos que en el este y sudeste asiático formulan la cuestión de una nueva expansión del gasto militar y de un nuevo posicionamiento en materia de seguridad por parte de las grandes potencias regionales y globales.