Tras siete décadas de existencia, la Agencia Central de Inteligencia ha forjado una historia colmada de luces y de sombras. Para efectos de las aspiraciones de política exterior de Estados Unidos en sus diversos contextos, es evidente que la agencia ha tenido una contribución significativa en el combate a regímenes hostiles a los Estados Unidos durante la guerra fría y, en la época actual, en la lucha contra el terrorismo. No obstante, los fracasos son numerosos lo mismo que las dudas sobre si sus operaciones se ajustan a los estándares mínimos en materia de derechos humanos. En cualquier caso, con la designación de la controvertida Gina Haspel, la primera mujer al mando de un búnker dominado por hombres, se hace necesario un diagnóstico sobre la situación de la Agencia y los desafíos que enfrenta en el contexto de la administración Trump.