Salvo importantes excepciones temporales y geográficas, históricamente las relaciones entre Estados Unidos y América Latina han estado marcadas por la desconfianza. En buena medida, esto responde al largo historial de intervenciones que, durante los siglos XIX y XX, la potencia continental llevó a cabo en varios países de Centro y Sudamérica, así como en el Caribe. Si bien hubo antecedentes notables, durante la administración del Presidente Obama, Estados Unidos se alejó ligeramente de una política de intromisión para distanciarse considerablemente de los asuntos latinoamericanos, posición que en buena medida se correlacionó con el giro hacia la izquierda que varios países de la región dieron en los primeros tres lustros del siglo XXI. Con la llegada de Donald Trump, y los cambios políticos recientes en América Latina y el Caribe conviene preguntarse si la política latinoamericana de Washington mantendrá ese distanciamiento inherente a la última década, o volverá a una con un enfoque intervencionista.