El pasado 16 de septiembre, el Parlamento unicameral de Ucrania, o Rada Suprema, aprobó dos leyes que repercutirán directamente en el porvenir del conflicto. En primer lugar, confirió un estatus especial a las ciudades controladas por separatistas de Donestsk y Lugansk. En segundo lugar, ratificó el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, el cual fue firmado en marzo de este año, y que consistió en una de las principales causas que desencadenó el conflicto a finales del año pasado, luego de que el derrocado presidente, Viktor Yanukovich, se negara a suscribirlo y presentara como alternativa la Unión Aduanera Euroasiática, un proyecto de integración económica liderado por Rusia. Hasta la primera semana de septiembre, el conflicto había dejado un saldo de 2,593 muertos y por lo menos 6,033 lesionados, de acuerdo con las cifras más recientes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Adicionalmente, se estima que actualmente hay 260 mil desplazados internos en Ucrania, y otros 814 mil se encuentran refugiados en Rusia.
El objetivo de este documento es dar seguimiento a la evolución y actualidad del conflicto a partir de lo ya analizado en la nota de coyuntura “Ucrania acusa a Rusia de agresión militar: oportunidades y desafíos de un proceso de paz”, publicada por este Centro de Estudios Internacionales el 3 de septiembre pasado.2 Para tal efecto, se analizarán los acontecimientos de mayor relevancia ocurridos entre el 5 de septiembre, cuando el gobierno ucraniano y los separatistas prorrusos acordaron un cese al fuego; y el 18 de septiembre, durante la visita oficial a Washington del presidente de Ucrania, Petró Poroshenko.